Obra Reciente

A principios de esta etapa Castejón homenajea a Miguel Hernández en el centenario de su nacimiento. Retoma la figuración con una luz nueva, la luz de Orihuela…

Joan Castejón tiene el don del dibujo. Y lo ha cultivado con la pasión y la reverencia del que sabe que es uno de los elementos que vertebran y articulan su trabajo, su misión en esta existencia terrena. El dibujo está puesto, como todo artista pone sus dones, al servicio de la belleza en sentido amplio. La belleza que atraviesa las formas de la superficie para aventurarse en un terreno donde hay un llamado al fondo del ser del espectador. Una implicación en el hecho artístico. Donde la belleza está en la mirada tanto como en la obra, o mejor, en el punto de encuentro de ambas. Así, el lenguaje clásico en la obra de Castejón no pretende quedarse con una adecuación agradable, un reconocimiento rápido, sino avanzar con este primer entendimiento hasta lo que hay del nosotros de verdad en la propia obra.

En la pintura aparecen definitivamente los espacios donde perderse, donde encontrarse en el cielo del misterio.

Los huesos, elementos de la iconografía de la obra de Castejón se han transformado, han transmutado primero en los “Capvespres” como solidificaciones celestes y continúan evolucionando en la actualidad.

El resultado estético de este planteamiento que recorre décadas, que empieza con huesos y acaba con trozos de chatarra metálica de colores componiendo paisajes, objetos y seres, y que responde a la misma preocupación del autor acerca de la estructura última de la realidad material y la posibilidad de jugar a reconstruirla con otros elementos, es el mismo hilo que llegará en los 2.000 a las “Humáquinas”. Arquetipo de la fusión del hombre con su producción. Retratadas con las calidades de los clásicos, como pintaban los pintores de antes a la realeza.

Joan Castejón continúa viviendo y trabajando en Dénia, con más de 50 años de investigación plástica e inmerso en el compromiso con la Verdad, la Bondad y la Belleza. Conociéndose a sí mismo, encontrándose en el eterno presente que nos inspira el Montgó, el Mediterráneo, el cambio continuo y superficial de las nubes. Construyendo formas que van más allá de las formas.

En la madurez otro paradigma filosófico se asoma y toma consciencia de los escenarios que nos plantea la existencia para resolvernos por dentro.

Los “paisatges atmosfèrics” son vivencias específicas, personales, que conectan con lo más hondo de quien lo contempla. Simplemente estados perplejos del alma.

Los años 2000 – 10

La apertura de corazón y el compromiso con lo humano no puede dejar de prestar atención a la realidad social del mundo.

La falta de ética del sistema en el que estamos inmersos en lo social se pone en evidencia con la guerra de Irak y sus trágicas consecuencias. La serie “desplaçats” es una denuncia al sinsentido de la carrera humana hacia dónde? Con los mismos elementos que aparecen en sus cuadros de los 80, las telas envolviendo, atando, sosteniendo y los huesos-alambre, se componen escenas de grupos en movimiento. La mirada respetuosa del autor se atreve a acercarse sin miedo hasta a los niños que saborean como viejos el azúcar y la sal del mundo. Nadie de los de aquí parecemos conocerlos. Son los otros y tienen otro destino: el peregrinaje hacia un no se sabe bien adonde volver a tener casa. En las antípodas del camino hacia “la sociedad del bienestar”. Y sin embargo también ilustran con claridad el vagar de la consciencia humana por el mundo a la zaga del sentido, de la vuelta a casa.

En este sentido, toda la obra de Castejón parece tratarse de alegorías de los estados del alma. Un proceso de desvelamiento en el que muchos nos vemos.

A lo largo de esta etapa Castejón vuelve al dibujo para retratar e ilustrar, o mejor, recrear plásticamente los mundo literarios.

“Nunca me sentí un ilustrador. Aunque el fermento de mi obra frecuentemente ha sido la literatura o la poesía, siempre he defendido esa parcela de libertad que me permitía crear una obra paralela donde me he encontrado al texto como aliado. Siempre que me cruzaba con el Quijote, me llegaba una invitación o un reto del Caballero Andante que no me dejaba tranquilo hasta que traducía en dibujos las emociones de sus gestas.”

Los años 80 y 90

Ya a principios y a lo largo de los 80, el optimismo y la fe en la democracia recién recuperada se reflejan en una obra en transformación. La iconografía de mutaciones, personajes, calaveras que denunciaban la hipocresía de muchas de nuestras actitudes tanto como individuos como grupos sociales se desdramatiza y entran en escena los guiños, los juegos, como la anatomía de seres imposibles.

Hay una constante en la obra de Castejón, una curiosidad que le viene de niño y un asombro ante la proeza del tan adecuado instrumento de acción que es el cuerpo, en especial el cuerpo humano aunque en general todos: animales, insectos…

Para entender todas sus posibilidades ha investigado en profundidad su anatomía. Hasta aquí el autor comparte presupuestos estéticos con el humanismo. Sin embargo, como antes y después del humanismo, Castejón reta al poder de la razón en un rendirse ante el misterio que sobrepasa el entendimiento humano. Ese oasis de comprensión le permite plantear con toda naturalidad los estudios de anatomía de los 80 en sus homenajes a Picasso.

También en la pintura, Los huesos que antes estaban bien definidos como esqueletos se transforman en paisajes abstractos de una materialidad profundamente íntima, originaria.

La dimensión predominantemente mental de la abstracción genera un giro vertiginoso para aterrizar en la organicidad de la materia representada.

Aparece el color y los espacios se van abriendo poco a poco.

En esta época hay menos necesidad de contar historias concretas y se abre a espacios donde aparecen al principio todavía abigarrados elementos que retratan los estados internos del alma del que se anda buscando y no se acaba de encontrar del todo. En las inmensidades que empieza a pintar, los espacios todavía son estrechos para respirar y hasta las “finestres”, no nos deja la claustrofobia respirar hondo del todo.

La mayor normalidad social, la menor urgencia de lucha y de denuncia permiten una perspectiva donde cabe ocuparse de la investigación y la profundidad estética y de las inquietudes metafísicas que han sido constante en su vida. Y Castejón se dedica a ello, la potencia de la denuncia de los 70 se transforma en potencia en la hondura en el alma del ser humano.

Los años 60 y 70

A principios de los 60 llega a Valencia con 17 años y asiste como alumno libre a las clases de Bellas Artes de San Carlos. Desde los primeros estudios ya está presente el personal estilo de Castejón. Dibujos sin vacilaciones, seguros, rápidos y rotundos.

En Valencia contacta con el movimiento obrero y universitario que defiende las libertades contra la dictadura franquista y participa en talleres y coloquios con el propósito de que el arte pueda llegar al mayor número posible de personas. Este proyecto desemboca en la formación del Grup d’Elx, colectivo del que junto a Antoni Coll, Albert Agulló y Sixto Marco es miembro fundador, con el crítico Ernest Contreras como ideólogo del grupo. El Grup d’Elx tuvo un importante impacto junto a otros colectivos de los 60 y 70 que “se revelaban contra el status quo estético y social”.

La pintura de esta época es también muy personal, con trazos decididos de corte expresionista, muy vital, con espacios de una delicada ternura y otros de resueltos inacabados y con un estilo de autor inconfundible.

En 1966 realiza su primera exposición individual en la Sala Mateu y el primero de mayo de 1967 es detenido y condenado. Es encarcelado durante casi tres años. En los dos primeros periodos carcelarios dibuja a diario gracias a los materiales que le consiguen sus compañeros y perfecciona su técnica de dibujo hasta el pleno dominio. Es una época negra, de dibujos, sobre todo retratos, maternidades y pensadores trágicos que reclaman la atención del espectador y la contemplación del dolor y la angustia. Anatomías de musculaturas desgarradas y huesos distorsionados. Dibujos protesta de la realidad del mundo en manos de los tiranos.

En el 70 Castejón viaja a Canarias formando parte del grupo de teatro La Carátula y conoce a Paca. Se casan. En este tiempo vuelve a la cárcel para cumplir su última condena donde relee Cien años de Soledad de Gabriel García Márquez y proyecta realizar una serie de obras a partir del texto.

Ya en libertad pinta sus Cien años de Soledad, inspirado en la novela, universos en cada pintura como universos en cada capítulo y en el catálogo de la exposición que viaja a Barcelona y a Valencia escriben Mario Vargas Llosa y Carlos Barral.

Desde 1974 se instala en Dénia con su familia donde vive y trabaja.